Estaba muy nerviosa porque iba a subir en el barco más grande
del mundo. El Oasis of the Seas, es
un trasatlántico que se acabó de construir en septiembre de 2009, y ese mismo
año yo participé en su primer viaje de inauguración. Pensaba en el Titánic y esperaba
que no terminara igual.
En el puerto se veía impresionante, con sus 5.235 camarotes escalonados en diferentes plantas. Subimos por una escalerilla que daba acceso a la primera cubierta. ¡Allí estaba yo, en el barco más moderno! Éramos más de 10.000 personas y tardamos toda la mañana en embarcar. A mediodía el barco zarpó. En la despedida había mucha gente en el puerto y desde el barco se tiraron serpentinas. Nos acomodamos en el camarote que, aunque no era muy grande, era muy moderno y confortable. Las paredes estaban pintadas con colores claros y en la decoración dominaba el azul. Había un espejo redondo y un gran cuadro con flores blancas. También había un sofá-cama y un escritorio.
En el puerto se veía impresionante, con sus 5.235 camarotes escalonados en diferentes plantas. Subimos por una escalerilla que daba acceso a la primera cubierta. ¡Allí estaba yo, en el barco más moderno! Éramos más de 10.000 personas y tardamos toda la mañana en embarcar. A mediodía el barco zarpó. En la despedida había mucha gente en el puerto y desde el barco se tiraron serpentinas. Nos acomodamos en el camarote que, aunque no era muy grande, era muy moderno y confortable. Las paredes estaban pintadas con colores claros y en la decoración dominaba el azul. Había un espejo redondo y un gran cuadro con flores blancas. También había un sofá-cama y un escritorio.
A continuación fuimos a comer a uno de sus restaurantes que estaba decorado con mucho lujo, tenía mucha clase. Las mesas eran grandes y redondas y las sillas forradas de tapicería. Las ventanas, también redondas, de “ojo de buey”.
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